viernes, 19 de diciembre de 2008



HOMENAJE A LA MILITANCIA PERONISTA


El regreso de Perón: Hace treinta años, un 15 de Noviembre de 1972, el General Perón desde Roma, Italia, aún en el exilio, dirigía un nuevo mensaje al Pueblo Argentino. Eran los prolegómenos de su histórico regreso, y decía entre otros conceptos: “El objetivo de mi viaje, como ya he hecho presente en otras oportunidades, es llevar una palabra de paz, tan indispensable en estos momentos para la Nación argentina que todavía no ha cicatrizado bien las heridas de una lucha que ha producido tanto mal a mi país”. Se anuncia que a la mañana siguiente, en la Catedral de San Pedro, la comitiva ofrecería una misa de acción de gracias concelebrada por el Padre Vernazza y el Padre Mujica. El 16 de noviembre de 1972 - el gobierno de facto del General Lanusse, desplegaba una gran cantidad de efectivos militares en torno al aeropuerto de Ezeiza a pesar de lo cual se le hace imposible contener a los miles de militantes que consiguen cruzar el río Matanza bajo una fuerte lluvia.
Esa noche, un DC-8 Giuseppe Verdi de Alitalia partía desde Roma con 154 pasajeros con destino Dakar - Buenos Aires.
¿Que significa esta breve cronología y comentarios puntuales de aquel entonces?, ¿Por qué en Tucumán y en todas partes se vivía la sensación de un acontecimiento que estaba mas allá de todo calculo? Es que volvía Perón luego de casi 17 años de ausencia, de luchas y proscripciones, de sueños que se habían roto y volvían a nacer. Lo que parecía imposible estaba por ocurrir. Perón vuelve. Durante años fue pintada, avión negro y utopía. Treinta años después, los de hoy éramos aquellos, los jóvenes de la juventud Peronista, sus leales discípulos, esa juventud maravillosa cómo solía desgranar el General, se vuelve a encontrar en este 17, con la mente y el corazón para reflexionar sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser. Cómo ha dicho Octavio Paz, la búsqueda del futuro, termina con la reconstrucción del pasado. Los militantes y partícipes de la época, por eso mismo, estamos condicionados, obligados a escuchar, a buscar, a recrear. Es un privilegio y una responsabilidad. Nadie nos puede quitar, mas allá de nuestras luces y nuestras sombras, de las victorias o derrotas que son los resultados, la ética de las conductas y de los fines, que es lo trascendente. Un legado para nuestros jóvenes, que puedan entender y creer que es posible la integración moral de la conducta personal, con la política, la coherencia entre la palabra y la acción, la vital confluencia de los fines personales con el destino común.
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El 17 de noviembre de 1972 a las 11.20 hs., quince horas después de la partida, el DC-8 aterrizaba en suelo argentino. Especialmente recuerdo un instante infinitesimal, (un silencio tal cómo el que escuché cuando murió), porqué en momentos así puede escucharse el silencio, esa inefable sensación de que ocurrió algo único e irrepetible, la inigualable alegría de participar en un proyecto colectivo de real significación histórica. Dicen que existió un “plan b” para resguardar la seguridad sobre todo del viajero principal, que pretextando razones técnicas se desviaría para aterrizar en Carrasco, Uruguay, pues cualquier hipótesis sobre el destino del vuelo, eran posibles Pero al Viejo General le dio el cuero. Le había hecho la guerra a los dictadores con un grabador Geloso y una máquina de escribir. Cuenta Bonasso en su libro “El Presidente que no fue”, que el comisario de a bordo sugirió que si las condiciones de seguridad eran consideradas inadecuadas por el General, podían aterrizar en la República Oriental, las frases finales del dialogo aquel, son imperdibles: “Juan Domingo Perón, ¿A que hora está prevista nuestra llegada a Ezeiza ?. “C. A las 11, hora Argentina”. “J.D.P. Dígale al Comandante que el General Perón le encarece sea puntual”.
Así volvió el Viejo una mañana lluviosa y fue mucho mas que la alegría demorada 17 años, fue la unidad total de los trabajadores y el pueblo, el aislamiento de la dictadura, el resultado de la lucha y la movilización popular, de consignas claras y proyectos trascendentes. Era la materialización del “Perón Vuelve”, esperanza de la victoria que se escribía a los apurones y amanecía en cualquier pared, en cualquier esquina de la patria. Hoy, que estamos con mas dudas que certezas, bastante abrumados por los feroces pragmatismos políticos, por las filosofías y enseñanzas postmodernas, por la cultura del descompromiso y de la ausencia de convicciones doctrinarias, las generaciones que hemos vivido los 70 y también el fin de siglo, volvemos la mirada al ideario político del movimiento que supimos abrazar con pasión militante. El tema es la continuidad del Peronismo como eje del movimiento nacional y popular en la argentina. Digámoslo. Ello no es seguro, pero es posible. Por eso ahora más que nunca debemos reivindicarnos militantes y tener siempre presente que muchas veces logramos lo imposible. Es la hora del luche y vuelve. Los peronistas necesitamos reflexionar sobre nosotros mismos, nuestras ideas y nuestra


práctica.Los jóvenes harían bien en comprender cómo piensa y siente el peronismo, harían bien en interrogarlo, en cuestionarlo pues es fundamental debatir con la generación política que nos sigue que son la continuidad que toda obra aspira a tener. Es el gran desafío reconstruir la identidad histórica del peronismo siendo fieles a sus principios inalterables, a su concepción dinámica y no sectaria de la política, a la primacía de la acción, al valor organizativo. Las victorias o derrotas que hemos tenido, los errores pequeños y grandes que sin duda tenemos, son los resultados, la ética de las conductas y de los fines, la generación de doctrina, teoría y práctica generada en casi 57 años de historia, es lo trascendente. Esto nos da la fe para responder a los desafíos de nuestra sociedad. Perón decía con fina sutileza, “ellos creían que yo era de ellos, pero yo era de nosotros.” Hoy muchos creen que el peronismo es de ellos, muchos creemos que nunca lo será.